
• El agua ayuda a mantener el volumen sanguíneo, que, a su vez, mantiene su energía.
• Una hidratación adecuada mejora la concentración y disminuye el tiempo de reacción, en especial durante
el ejercicio.
• El agua aumenta la cantidad de calorías que usted quema al realizar las actividades diarias habituales.
• El agua ayuda a disminuir el malestar estomacal que pueden provocar los medicamentos concentrados.
• El agua ayuda a eliminar el exceso de sodio del organismo, que puede provocar retención de líquidos.
• Estudios* han demostrado la relación entre el consumo elevado de agua y el menor riesgo de
enfermedades leves, tales como resfriados, constipación e infecciones del tracto urinario, hasta
condiciones más graves, como cálculos renales y cáncer de vejiga.
• El consumo frecuente de agua evita la deshidratación en niños y en personas mayores. (La deshidratación
es una de las principales causas de hospitalización entre personas mayores de 65 años).
• El agua puede ayudarlo a bajar de peso y a mejorar su apariencia.
• Muchas veces el organismo confunde la sed con retorcijones de hambre, por lo que, con frecuencia, las
personas comen cuando el organismo tiene sed, no hambre. Estudios demuestran que las personas que
beben grandes cantidades de agua normalmente tienen menos hambre.
• El agua le da más energía durante el ejercicio y aumenta la cantidad de calorías que usted quema cuando
realiza actividades físicas.
• Los estudios indican que el agua también puede ayudar a reducir la acumulación de grasas.
• El agua ayuda a hidratar la piel y la deja más tersa, suave, flexible y sin arrugas. (El último órgano al que
llega el agua es la piel; si el organismo no recibe suficiente agua, la piel sentirá los efectos de la falta de
agua mucho más que cualquier otro órgano).

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